Un maquillador de cadáveres y un cadáver: se establece el diálogo. No sé si es por la realización del cuerpo (Norberto Laino) o porque el yo hace las veces de tú en el intercambio verbal, pero la idea de que hay dos personas en escena se logra desde el primer momento.
Supongo que toda obra de teatro expone su propia teoría del teatro. Aquí esto se evidencia -por ejemplo- en el diálogo con el muerto: "te observarán una hora, se irán; te observarán una hora se irán". Tal vez por eso quien yace a la espera de maquillaje sea un famoso (ex) actor.
Así, el maquillador de cadáveres en su tránsito de voces (la suya y la del otro) se construye desde el otro y es inevitable que el espectador olvide que está frente a un actor; porque los dobles sentidos (de los que hacen reír, y de los que hacen reflexionar) señalan tanto adentro como afuera de la obra.
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